Cuando llegaron los Hermanos a Chile, se dieron cuenta que los alumnos eran inquietos, aunque en las salas se mantenían en forma ordenada. En los recreos, necesitaban volcar su inquietud de alguna manera.
Un buen día, se les ocurre traer, de Canadá, un juego que podría llenar esa necesidad: el spirol: una pelota que se unía a un cordel y ambos, sujetos a un fierro que estaba anclado en el piso.
Se jugaba entre dos personas; aunque detrás de cada uno, había una larga fila de compañeros, esperando su turno.
¿En qué consistía el juego?
Se trataba de golpear, con la mano, la “pera” (forma de la pelota) en un sentido y el rival debía hacerlo en sentido contrario. Ganaba quien lograba que la pera quedara muy cerca del fierro.
Sin embargo, había algunas reglas, que supongo, fueron agregando los propios alumnos:
Si en vez de golpear la pelota lo hacía a la cuerda, quedaba eliminado y pasaba a ocupar su lugar quien venía a continuación.
Si un jugador golpeaba con la pelota, al rival, quedaba afuera el alumno golpeado.
Cuando una pareja demoraba mucho sin eliminarse, los alumnos contaban hasta 10 y luego de ello, salían los dos.
Los niños, sentían que el nombre del juego era muy difícil, de modo que chilenizaron el término. Los bautizaron como “espiribol” o simplemente “espiri”
Cuando tocaban al recreo, los alumnos corrían al patio y se ubicaban alrededor del fierro que les correspondía. Un inspector ya tenía las peras instaladas (una por curso)
Esto permitía que los alumnos estuvieran formados frente a su espiri evitando así que corrieran por el patio.
Por otra parte, el golpear la pelota, les permitía volcar su agresividad en ella, ya sea con la mano abierta o empuñada.
Este juego era para alumnos de Primero básico, hasta Cuarto medio.
Al término del recreo, los fierros se sacaban y los ubicaban en un costado del patio, para permitir las clases de gimnasia.
Cada cierto tiempo, había campeonatos entre los mejores de cada curso. El ganador recibía un premio.
Hace unos años, el patio fue pavimentado, pero olvidaron dejar instalados los cañones, para montar los fierros. Fue una de las consecuencias de la modernidad.
Frente al colegio había un señor que fabricaba las peras. Abastecía al colegio y también a los alumnos que deseaban tener este juego en su casa. El señor, era de apellido Adasme. Cuando falleció, por algún tiempo los fabricó su hijo.