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Cuento.- El abuelo, ya muy mayor, vivía con su hijo, nuera y su nieto. Sus piernas ya no soportaban su peso, sus ojos ya no podían ver, sus oídos no escuchaban y casi no tenía dientes.
No le servían la comida en la mesa, sino al lado de la estufa, para que no ensuciara. Una vez le pusieron la comida en un tazón y al querer levantarse, la dejó caer si querer y el tazón se rompió.
Muy enojada, su nuera le reprochó el daño y empleando un tono grosero, le dijo que de ahora en adelante le servirían de comer en un balde que usaban para alimentar a los animales.
Pasó un tiempo en esta condición. Un día estaban en casa toda la familia. Los esposos miraban con atención al pequeño. Estaba en el suelo jugando con unos bloques de madera.
-¿Qué figura estás haciendo con esos pedazos de madera, hijo? – preguntó con curiosidad su padre.
- Estoy haciendo un baldecito de madera, papá. De esa forma, cuando tú y mamá sean tan viejos como el abuelo, podré usarlo para servirles su comida, informó el pequeño.
Sin decir palabra, el hombre y su mujer se pusieron a llorar. Desde aquel día, le sirvieron nuevamente la comida en la mesa y lo cuidaron bien.
Reflexión. Respeto es cuando mostramos aprecio y cuidado por el valor de algo o de alguien. Puede estar dirigido hacia los derechos y la dignidad de las demás personas, hacia nosotros mismos y también hacia el entorno natural (plantas, animales, ambiente)
Para practicar el respeto:
Acepte y comprenda a los demás. No juzgue sus formas de pensar, aunque no sean iguales a la suya.
Use buenos modales y normas de educación como señales claras de respeto a los demás.
Cuando no se puede hablar bien de una persona, es mejor callar.
Permiso, por favor, gracias, son palabras mágicas en la relación con los demás.