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Sentido del adviento




La palabra Adviento tiene su origen en el término latino “adventus”, que significa “venida” o “advenimiento”. Desde el principio, el Adviento es considerado un tiempo de “espera”. En los escritos del Nuevo Testamento constatamos cómo los cristianos de los primeros siglos esperaban el regreso glorioso del Señor al final de la historia.


El primer dato que tenemos sobre el Adviento es de san Hilario y se remonta al año 360 de la era cristiana. Habla de un período de tres semanas, que empezaba el 16 de diciembre y terminaría el 6 de enero, fiesta de la Epifanía del Señor.


A finales del siglo V se empieza a perfilar el Adviento como un período de cuarenta días, que comenzaba el 15 de noviembre, fiesta de san Martín, y se prolongaba hasta el día de Navidad. San Gregorio Magno es quien establece la duración de cuatro semanas, tal como lo tenemos hoy. En los siglos siguientes se afianzó el Adviento como “tiempo de espera”: espera del Señor en su venida histórica en su nacimiento en el portal de Belén, espera presente del Señor que viene en cada momento a nuestra vida y quiere que reconozcamos su presencia.


Nuevamente se nos regala el tiempo del Adviento. Tradicionalmente, el Adviento es visto como un tiempo de espera, un tiempo para la esperanza. Es un tiempo de espera porque a pesar de todo lo que aparentemente se nos muestra, ocurre de nuevo uno de los acontecimientos más importantes para la humanidad: la encarnación de Dios, Dios que se hace Humanidad y la Humanidad que se hace en Dios.


Dios se ha compadecido de nosotros, de nuestros sufrimientos, de nuestra vida y se ha hecho hombre como nosotros. Todo eso está muy bien y una vez al año lo celebramos. Pero no podemos quedarnos ahí. El Adviento nos habla de un Dios volcado a la humanidad, apasionado por el ser humano y sus cosas. Y eso vuelve a traer la esperanza donde no la hay.


Les invitamos a colocar la Corona de Adviento en un lugar destacado de la casa desde el domingo 27 de Noviembre hasta el domingo 17 de Diciembre. De esta forma, caminaremos al encuentro del Señor Jesús, para que se quede en nuestros hogares. Que la Corona de Adviento nos ayude en el crecimiento de la esperanza, fomente nuestra oración en familia, nos permita recuperar el sentido del Adviento, sin adelantar la Navidad, y sea un signo que nos recuerde la necesidad de estar siempre vigilantes para el encuentro con Jesucristo vivo, el Dios que vino, que viene y que vendrá. Cada inicio de semana, o el domingo en la tarde reúnanse en familia, hagan una oración breve y enciendan una velita, hasta el último domingo antes de Navidad.


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